lunes, 4 de octubre de 2010

Y son las luces de la ciudad las que no me dejan buscarte en el cielo. Dónde cualquier día de lluvia me encantaría sentarme frente a la ventana a ver como resbalan las gotas por el cristal cómo queriendo correr una carrera. Dónde el sonido de la lluvia al tocar el suelo me relajan y me hacen sentir nostalgia de todo y de nada, eso si mientras me pille en casa.
Y es que daría cualquier cosa por escuchar las olas del mar al romper, donde mirar al infinito te puede llevar a encontrar lugares recónditos dentro de tu cabeza, dónde esa tranquilidad, rompe con toda la negatividad llegando a producir serenidad, placer, libertad…
Romper con el presente por un momento, y solo sentir como el viento roza mi pelo, como la arena de la playa se mete entre mis dedos, como el mar seduce mis entrañas y como mis ojos no pueden parar de mirarlo…..
Cómo la brisa del mar ha dejado mi mente en blanco, puedo sentir mi respiración calmada, relajada cómo mi cuerpo pesa y como estoy sola en el mundo, siendo la única compañía que tengo la luna llena reflejada en el agua, tú hoy no existes, tu hoy no estás, hoy nadie te ha invitado…

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