sábado, 14 de julio de 2012

Supongo que una de las razones por las que el número cinco es mi favorito, es porque cuando éramos cinco fue la etapa más feliz de mi vida y aun sigo rechazando cada día ese horrible número cuatro que me hace recordar que más uno seguiríamos siendo cinco… Hoy ha venido a mi recuerdo que dentro de cuatro días se cumple el 15 aniversario de que nos dejaste aquí y tú te fuiste aun me pregunto a dónde, miro al cielo pero el cielo es muy grande. Una fuente de rabia se apodera de todo mi cuerpo, y esta rabia año por año se va acentuando no sé si el paso del tiempo me hace darme cuenta que en realidad si que te fuiste y para no volver y que tengo que seguir caminando el resto de mi vida echándote de menos y recordándote con la misma edad cada día. Porque aquí abajo todos crecemos pero tú te quedaste en el número 17 para siempre. Recuerdo cada momento de ese año 1997 como si hubiera pasado ayer, cada palabra que cada persona dijo, como viví la situación en casa de la abuela, cuando todos me intentabais mantener ajenos a lo que estaba pasando. Pero siempre supe que algo gordo estaba pasando. Recuerdo el día en el que todos te esperábamos con los brazos abiertos a que volvieras de Pamplona pensando que sería la última vez que irías allí, porque yo no sabía que tenías pero si sabía que no quería que volvieras. Porque ese bultito que tenías que creí haberte causado yo cierto día peleando en casa se te hubiera ido para siempre. Pero eso nunca pasó, recuerdo como estando sentada en el sofá de la abuela en el salón principal la puerta se abrió y solo podía escuchar que la niña está en el hospital, que viniendo de vuelta le dolía mucho el estómago y hemos parado allí. Yo sólo preguntaba ¿ qué le pasa a María Eugenia, qué le pasa a mi hermana? a lo que todos con su mejor cara intentaban quitarle preocupación. Los días pasaban y yo me acuerdo que no paraba de preguntar que por que estaba tan mala, que algo grave le pasaba. Intentando hacerme desconectar de todo aquello pase unos días fuera de todo eso y llegó el día de volver a casa. Para mí ese día era el día más feliz del mundo, iba a volver a ver a mi hermana María Eugenia, íbamos en el coche dirección a casa y yo no paraba de decir ay voy a ver a mi hermana, ya está en casa, silencios incómodos, eran poco. Al abrir la puerta de aquélla que también era mi nueva casa y mi nueva vida, lo primero que pregunté era dónde estaba ella. Puedo recordar cómo estaba todo situado en mi casa, los mantelitos que estaban mis padres usando para comer, y como mi madre me dijo, que ella había muerto, y que mi consiguiente respuesta solo fue decir ¿Por qué si era tan joven? Abrazados en un mar de lágrimas nos pudimos pasar todo el día. El peor día de mi vida sin duda. Siempre me ha gustado hablar de ti, y quizás para muchos también era una situación incómoda pero siempre me he negado a dejarte en tabú o dejar preguntas sin respuesta en mi cabeza. Lo que más me preocupaba y miedo me daba de todo es que tú algún día te olvidaras de nosotros, porque yo tenía claro que siempre te iba a tener en mi mente. Así que abrazada a mamá en el patio un día le preguntaba que si ella pensaba que cuando nosotros nos muriéramos íbamos a estar juntos otra vez, que si nos recordarías o nos echarías de menos. Estas dudas siempre están y estarán en mí, porque me niego a pensar que ahí se separaron nuestras vidas para siempre. Y porque siempre la pregunta por qué tu? Porque nosotros? hará que mi corazón parezca que va a explotar. Porque hubiera dado mi vida tantas veces porque tú siguieras aquí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario